Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

¿Quién necesita libertad?

José A. Caballero

La libertad es como el cuento de la lechera. Más lo piensas, más va el cántaro a la fuente y más se rompe. Más nos rompemos. La libertad es la mayor fuente de frustración a la que nos enfrentamos diariamente. ¿A quién no le produce hastío decidir? Sinceramente ¡No quiero decidir!

Continuamente nos obligan a decidir. Casi siempre de carácter superficial, frívolo y trivial ¡Cómo si de alguna forma dichas decisiones resultasen esenciales para nuestra vida! Veamos algún ejemplo, como cuando vamos a un restaurante y formulamos la pregunta mágica ¿Qué me Tomo? Nunca antes tres palabras ordenadas de esa forma parecieron estar tan cargadas y llenas de contenido, que resume por si mismo nuestra naturaleza.

Esto ocurre porque seguramente tendremos mucho dónde elegir, o al menos más de lo realmente necesario. Esta supuesta “plenitud” de libertad para escoger es una fuente de desesperación, insatisfacción, y no sé cuantos otros sentimientos más. Después de 15 minutos deliberando en nuestro sordo silencio, fijándonos en las reacciones y decisiones de los demás, siempre acabamos tomamos la decisión menos acertada, o al menos ese suele ser el sentimiento, el de la equivocación. Inexplicable. Esta reacción conlleva necesariamente a otra pregunta si cabe más absurda ¿Por qué demonios me pedí eso? ¡Siempre me equivoco! ¡La próxima pediré…! Y así seguiré todo el día, haciéndome más preguntas, flagelándome y castigándome por la maldita decisión, hasta que aparezcan reacciones fisiológicas como mareos, sofocos, aturdimiento, etc., como si de contraindicaciones leídas en el prospecto de un medicamento se tratasen.

¡Joder! Si hubiesen cerrado la cocina y solo me pudieran preparar un simple bocadillo de salchichón, hubiese quedado “liberado” y me permitiría continuar con mis irrelevantes pensamientos.

Al aumentar las posibles decisiones ante una pregunta dada que nos hagamos, originará un aumento exponencial de nuestro deseo para con cualquier decisión que podamos tomar, así como de la probabilidad de fracaso que se produzca en la elegida, lo que en su conjunto provocará indefectiblemente frustración.

Pero lo más curioso y preocupante de todo, es la trivialización a la que se nos somete en las preguntas realmente importantes de nuestra vida. Estas preguntas no nos las hacemos, simplemente nos las hacen. Detrás de preguntas como “dónde quieres vivir”, como la que se hace para comprar una vivienda, hay una irracionalidad dirigida para nuestra decisión, ya que esa pregunta no ha sido correctamente formulada, por cuanto que en nuestra cadena de preguntas-respuestas, simplemente se saltaron una, la más trascendente ¿Quieres comprar una casa? La mala gestión de la respuesta nos atará y atrapará de por vida.

Afortunadamente, las preguntas esenciales a que nos hemos de enfrentar en nuestra vida son muy escasas, por lo que nuestra auténtica libertad queda muy circunscrita a ellas. No necesitamos tanto, menos aún si es en retórica. La genuina independencia reside ahí, el resto es superficial y fútil, que además coarta nuestra libertad.

Y ahora ¿Quieres ser libre?

Jose A. Caballero

Ingeniero
Consultor Empresarial.

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