Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Muerte por causas artificiales

A nadie se le escapa ya, por si antes del 4 de febrero no era aún evidente o cabía alguna duda. Lo ocurrido en Sevilla, durante el 38 Congreso del PSOE, no fue, lamentablemente, una deseable confrontación de proyectos políticos de color socialdemócrata; ni un análisis de ideas, sobre como restañar las profundas heridas del maltrecho partido organizador. Empeño que hubiera debido ser casi el exclusivo objetivo de los dos únicos candidatos a la Secretaría General. A sabiendas de que la laceración más difícil de curar, por letal, es la de recobrar la confianza del electorado que tuvo en otro tiempo, cada vez más lejano.

Por el contrario, en el hotel Reconquista, (tal vez Rubalcaba al cruzar su puerta pensó que era un sugerente y premonitorio nombre), se escenificó el desenlace de una lucha cainita, entre dos facciones. Que, en apariencia, se integran y colaboran en la misma organización; pero en realidad mantienen una virulenta pugna, antes larvada y después a las claras, por controlarla.

Y esto dejando al margen a una militancia que tan solo ha presenciado como público, a pesar de lo que se había anunciado, un desigual combate. En el que a uno de los contendientes, Carmen Chacón, se le dejó que con ingenuidad presupusiera que contaba con cierta ventaja; por eso de que el rival que se cree superior, es más fácil de abatir. Pero probablemente el otro contrincante siempre mantuvo, de forma consciente, la supremacía en el campo de batalla; y terminada esta se lanzó, al grito de no hay prisioneros, a defenestrar al contrario. Con la excepción de alguno, de carácter testimonial, que ahora tan solo figura en la Ejecutiva, salida del Congreso, puede que con la intención de simular una ficticia actitud integradora.   

Ahora la candidata sabe que todo fue conveniente y engañosa apariencia, que una vez más, (y van dos contando aquella en la que segaron sus aspiraciones en las últimas elecciones generales), jamás acarició el éxito; simplemente la llevaron a creer que lo suyo, esta vez, era posible; para que también lo pensara la galería. Podría decirse que la muerte de la pretensión de Chacón no ha sucedido por causas naturales, sino artificiales. Cosas de los soterrados de la política, en los que casi nada pasa por casualidad sino por causalidad.

Venció, pero sin convencer, el felipismo; entendido como grupo de poder que sobrepasando al mismo Felipe González, conforma una corriente de supremacía en el PSOE; tenaz más allá de lo temporal o personal. Solo, en este sentido, se explica que el recién elegido, (nunca diré nuevo), Secretario General; sea el mismo candidato a la presidencia del Gobierno de España que obtuvo, para el partido, los peores resultados electorales. Y al mismo tiempo, que estén presentes en la Ejecutiva Federal nombres como Jiménez, López o Madina; que debieran representar la regeneración.

Rubalcaba es una involución, no aporta nada a la repetidísima y aplazada renovación; implica el alejamiento de la necesaria catarsis.  Pero a pesar de todo, es Secretario General por obra y artificio de aquel núcleo de poder que lo considera la opción más conveniente; posiblemente para crear una atmosfera de tensión creciente frente al PP. Con el fin de desgastarlo con la mayor intensidad, en el menor tiempo posible y sin atender a otras consideraciones.     

En la otra orilla política, que ahora gobierna, se ha visto la elección de Rubalcaba, al parecer, como propicia.  Porque ayuda, por una parte, a la defensa de la gestión popular ante la sociedad; con el argumento, estigmatizante para el elegido Secretario General socialista, de que las severas medidas que se adoptan, vienen exigidas por las circunstancias en las que dejó al Estado la anterior administración. Y, por otra, a las elecciones andaluzas, intuyendo que la designación de Rubalcaba en nada favorecerá a la causa electoral socialista en Andalucía. Visto el resultado del 20-N.

Pero siendo cierto lo anterior, no lo es menos que esta eventual consecuencia, aunque llegue hasta las elecciones andaluzas, acaso se desvanecerá después, con el tiempo, por el malestar social que (anunciado incluso por el mismo Rajoy) suscitarán las próximas decisiones del Ejecutivo. También por las crecientes contradicciones y divergencias, de carácter personalista, que parece empiezan a aflorar en el nuevo Gobierno. Y por último, si bien más importante, con el creciente deterioro laboral y económico. Este contexto será aprovechado y exprimido, hasta la saturación, por un jefe de la oposición especializado en ese menester.  Y constituye un perfecto caldo de cultivo para el incombustible Rubalcaba, ávido, en el fondo, de reconquistar sin dejar adversarios supervivientes.       

El desenlace quizás sea que ignorar o menospreciar el efecto Rubalcaba, puede producir, en política, la muerte por causas artificiales.

 

José Antonio Rodríguez

Licenciado en Derecho. Asesor jurídico

             

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