Es tan cierto como curioso el decir que con el paso de los años vamos valorando más la salud, en general y la nuestra en particular. En la inconsciencia de la juventud hace que este detallito de la vida pase prácticamente inadvertido, a no ser que tengas la mala suerte de tener una grave enfermedad de niño o adolescente. De joven te sientes un pequeño supermán, que decía Perales en su canción, te crees invencible, intocable, inexpugnable, crees que nada va a poder contigo.
No tardas mucho en darte cuenta de que lo equivocado que estabas, y miras a los nuevos jovenzuelos y dices: ya veréis dentro de unos años, yo también pasé por ahí. Y eso que la pandemia pasada hizo algo que ha calado en todos los que la padecimos, y ya vimos que algunos jóvenes la vivieron retándola porque el Covid a ellos no les iba a hacer ni cosquillas. Pero en la mayor parte de los jóvenes lo que dejó fue un pozo de incertidumbre donde su prepotencia salubre se vio afectada. Cierto es que, pasados unos años de aquello, los que eran niños ya se han olvidado y como adolescentes jóvenes siguen pensando que son indestructivos.
Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. Bueno, es solamente parte de la letra de una canción que habla de alcanzar la felicidad, aunque muchas personas se lo han tomado como un dogma. Aunque he de decir que pienso que gran parte de razón puede contener, todos sabemos que son muchos más los aspectos a tener en cuenta para la dicha personal. Pero está muy bien colocada la salud en ese primer lugar, porque sin ella da igual el dinero que tengas y lo bien que lleves el amor con los demás. En eso creo que no cabe discusión.
El sistema sanitario público es uno de los logros que hemos tenido como sociedad en España. Para disgusto de la ultraderecha y parte de la derecha, no fue Franco quien lo creó, por muchos bulos que anden difundiendo por las redes y que sólo intentan engañar a la juventud para crear adeptos. Basta tirar de historia para saber que nuestro sistema se creo allá por 1908, y durante la II República se creó el Ministerio de Sanidad que el dictador mantuvo en su régimen. Durante esos tiempos la sanidad no se distribuía lo mismo que ahora, fue la Ley General de Sanidad de 1986 la que marcó la universalidad de la sanidad española tal y como ahora la conocemos.
Y cuento esto porque no paran las concentraciones o manifestaciones de colectivos y partidos políticos de la izquierda que demandan un cese de la privatización que se está llevando a cabo por gobiernos autonómicos del Partido Popular apoyados por Vox. En Andalucía padecemos estas actuaciones en nuestras carnes. Vemos cómo las listas de espera para citas médicas crecen, y en algunas especialidades es intolerable. Las intervenciones quirúrgicas se demoran tanto que han decidido derivar a los pacientes a hospitales privados o concertados. Los servicios cada vez van siendo más deficientes y hasta los suprimen, como las urgencias nocturnas en el Centro de Salud de Cabra. Los pueblos más pequeños carecen de una sanidad en centros dignos, como ocurre en Iznájar que están desesperados porque el prometido Centro de Salud no lo construyen. Y la falta de profesionales y los cierres de plantas de hospitales. En fin, no sigo, sabido es para el que quiera oír.
Y lo peor es que los gobernantes andaluces se empeñan en desmentir lo que todos vivimos día a día, lo que denuncian los propios sindicatos sanitarios. Venden la perfección, el todo va mejorando, todo se va haciendo porque somos los más eficientes. Y con la coletilla siempre de con los de antes la cosa iba mucho peor y ellos son los culpables de que nosotros no podamos hacer lo que nos gustaría; o la otra, la de que todo es mentira, que son inventos de la izquierda malvada.
Seguirá la privatización, poco a poco la van haciendo, porque cargarse el Sistema Público de un plumazo no lo van a hacer, no lo hizo ni Franco. Pero van a dar lugar a que el dinero sea tan importante como la salud, porque o tienes pasta para pagarla, como pasa por ejemplo en EEUU, o tu salud no vale una mierda. Así dirá la canción, tres cosas hay en la vida: dinero, salud y amor.
Si la juventud en general tuviera luces y dejara de creerse indestructible, se podía centrar en pensar en el futuro de la salud pública, que en definitiva será la que ellos tengan de mayores si es que no se detiene esta desmedida privatización. Que sepan que no hay cosa más cierta que aquello de que la salud no la valoras nada más que cuando te falta.