Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Una de cine: Dos tontos muy tontos

Después de todo lo que hemos leído, oído y visto sobre la guerra abierta en el PP, donde el enfrentamiento entre Casado y Díaz Ayuso llegaba a cotas nunca vistas en nuestra política, es difícil añadir algo, pero lo voy a intentar.

Empezaré diciendo que evidentemente no soy de derechas, jamás lo he sido y jamás los he votado, y muy probablemente jamás los votaré. Quien me conoce no se sorprenderá de mis palabras, pero las he querido dejar claras porque a pesar de ese sentimiento ideológico tampoco tengo nada en contra de los que piensan en el conservadurismo como forma de afrontar el futuro. Personalmente con unos me llevo mejor que con otros, pero eso también me pasa con los de la izquierda, es cuestión de talante personal más que de político. Por lo tanto, todo lo que diga no nace de la aversión irrazonable hacia los políticos de la derecha, y sí de su forma de hacer política y de su discurso ideológico.

Hay algo que me saca de quicio, algo que llevo muy mal y que a veces me cuesta un trabajo enorme digerir, y es que me tomen por tonto. Evidentemente no soy la persona más lista del mundo, me horrorizaría serlo, pero no me considero que esté por debajo de ningún político a nivel de listeza, como hace mucho que no tengo abuelas, añadiría que muchísimos de ellos son más tontos que yo. Y esto va tanto para los unos como para los otros, que conste.

Si la izquierda me cabrea cuando se pasa de cursiprogre o de abrazaimposibles, la derecha me cabrea cuando nos mira por encima del hombro y nos subestima.

Siempre he dicho, por ahí estará escrito, que antes de la aparición de los ‘nuevos partidos’, y concretamente de Vox, la extrema derecha, la nostálgica, estaba dentro del PP, por mucho que vendieran ser el partido de centro-derecha. ¿Dónde estaba Abascal? Pues eso. Y como esos nostálgicos no eran mayoría, chupaban del bote con algunos cargos en el partido, poco trascendentes (aunque es cierto que algún ministerios ocuparon algunos), o metidos en las listas para ser diputados en alguna autonomía o en el Congreso de Madrid. Tenían teta y se conformaban.

La corrupción galopante del PP, que de Valencia pasó a Madrid y estalló como una bomba a nivel judicial, junto con la aparición de Ciudadanos y Podemos hizo que esos de la extrema derecha vieran su oportunidad de salir a la arena solos, enarbolando de la bandera de la anticorrupción y de que son los defensores de España, la una, grande y libre, como si sólo ellos fueran españoles y sólo de ellos fuera la bandera constitucional de todos los españoles.

Y desde entonces el PP baja ostensiblemente en el número de votos y Vox, poco a poco, va quitándole, no solo votantes, sino espacio político, con lo que el PP ya no sabe ni qué es ni dónde está. Unas veces pacta con Vox para formar gobiernos regionales, aunque Vox no haya entrado en esos gobiernos, y otras dice que jamás pactará con Vox. Ya veremos lo que pasa en Castilla-León, ya veremos…

La moción de censura termina con Rajoy y los afiliados del PP deciden que Casado debe ser su líder antes que Soraya Sáenz de Santamaría, a lo mejor muchos se estarán acordando de ella estos días. Casado no da pie con bola, se rodea de afines que poco gustan a los pesos pesados del partido y empieza a tener problemas internos. Todo pasa tan rápido que parece que las fuertes discrepancias con Cayetana Álvarez de Toledo se han olvidado, y la gente a lo mejor lo ha hecho, pero la cicatriz sigue abierta. Ya ven si hay rapidez en las secuencias bochornosas del PP que el voto equivocado de Casero es mera anécdota.

Así que la subida a los altares de Isabel Díaz Ayuso no es más que otra gran herida, que se abrió escandalosamente con su mayoría absoluta en Madrid. La heredera de ‘la Espe’ venía pisando fuerte en los callos de Casado y éste no sabía cómo quitarse de encima los tacones de Ayuso, que quería escalar en el partido.

Salió el tema del hermano, presunta corrupción en época de pandemia, y Casado vio la ocasión de librarse de los pisotones de Ayuso, dejando bien claro que él era el presidente del partido. Pero lo ha hecho tan mal, ha sido tan torpe, que lo que ha dejado bien clarito a todo el mundo es que de listo tiene poco.

Ayuso ha jugado mejor sus cartas, pero la justicia tiene la última palabra puesto que varios partidos de Madrid ya han denunciado a la fiscalía para que se investigue. Al menos parece que por ahora va a seguir pisoteando los pies de Casado.

Y lo último es que van a intentar sellar la paz, tomando por tontos a quienes se quieran dejar tomar el pelo, a mí desde luego que no. Conste que en todo este mapa descrito lo menos importante es el bienestar de los ciudadanos, es lograr lo mejor para que sigamos viviendo en un estado pujante. Ahora no se les ha oído decir qué es lo mejor para arreglar la España que Sánchez está destrozando, ahora están en lo que están, en lo suyo, en la lucha por el poder, por la poltrona, que es lo que ambos llevan buscando desde jovencitos. Trabajar en otra cosa que no sea la política no entra en sus planes, con lo que han tenido que escalar para estar arriba… Son vividores de la política, no se engañen.

Ni Casado ni Ayuso, uno por otro la casa sin barrer, y el PP se llena de la basura que generan y que ya no les cabe debajo de la alfombra y queda a la vista de todos. Aquí el que se frota las manos es Abascal, que poco a poco ve posible el sorpasso de la derecha española, y Sánchez, que no sólo no ve peligrar su mandato, sino que se ve como presidente en la siguiente legislatura.

Como veo que Casado y Ayuso pretenden reírse de todos, me permito decirles la película que me recuerdan: Dos tontos muy tontos.