Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Cartas a Theo - Vincent Van Gogh

El arte es uno de los medios de comunicación entre los hombres

Leon Tolstoi

El museo del artista Vincent Van Gogh en Ámsterdam recorre los últimos 18 meses de su vida en una muestra que investiga sus enfermedades, intentando despejar incógnita sobre la vida de un genio de la pintura, que nunca, en se momentos de mayor desesperación el compromiso entre arte y sociedad.

Surgen azarosas circunstancias cuando se cree que todo está perdido, pero puede sorprender un golpe de suerte al crearse súbitamente una corriente favorable para verlas emerger. Esto es lo sucedido, entre la correspondencia cruzada con su hermano menor Theodorus, a este genio holandés y universal de la pintura, dueño de la inmensidad de las cosas pequeñas y cotidianas, aquellas donde faena el pueblo, que fue y será, siempre Vincent Van Gogh (1853-1890), quien consideraba que “el arte es el hombre agregado a la naturaleza”. Es decir, la entrega total en la labor creativa permanente.

Dos lustros duró su frenética y agitada carrera creativa, cuando con 27 años y animado por su hermano Theo decide convertirse en pintor. Se calcula que esa apuesta por la pasión de pintar es la que lo llevó a la locura y el suicidio, pero que le permitió en tan corto periodo de tiempo crear unos mil y grabados más de mil doscientas pinturas. Siempre, pese a sus desfallecimientos y desesperaciones, dueño constante y conciente de que arte y naturaleza caminan juntos y que de ninguna manera podían separarse. Esta fue la fe que asumió como compromiso máximo. Y a ella la encontramos reflejada en ese intercambio epistolar con su hermano, auténtica realidad de ejemplares muestras de valor, claridad y resistencia ante las adversidades y desasosiegos contra las que tuvo que enfrentarse toda su vida.

Por lo que siempre nos resultará sorprendente su capacidad intelectual, pues, se puede afirmar con toda seguridad que de no tomar su decisión por la pintura, podría haber destacado como magnífico escritor, observador exigente con la belleza y miseria de la vida. Pues hasta fue misionero evangelista entre los mineros, viviendo con la gente humilde y humillada. Mundo y naturaleza convertida en manantial para crear su gran obra. La lucha por la vida llena de coraje alimentó estilo y voluntad, expresados en los contenidos de tan estremecedor y emocional epistolario cruzado con su hermano. Escritura en las cuales se confirma cómo también estaba dotado para el oficio de escribir.

Fue gran lector de exigentes criterios y autores. Con claridad escribía que “El soñador cae algunas veces en un pozo, pero luego dicen que se eleva”. Víctor Hugo, Shakespeare, Dickens, entre otros grandes clásicos fueron el sólido soporte en tan inquietante y accidentada existencia creadora. De todos ellos extrajo conceptos y formas, el compromiso del artista creador ante la sociedad tanto en la pintura como en la escritura.

Las interpretaciones, sus análisis sobre literatura le sirvieron para describirse así mismo, asumiendo un realismo capaz de percibir con claridad el más exacto diario de su persona sin fingimientos. Reflejar la penetrante y permanente pasión investigadora, enfebrecida y exigente con esos colores, con los que formar el arco de su pulso por la realización como artista seguro de si mismo, aunque se consideraba perdedor, el inadaptado a una sociedad que le resultaba contradictoria. Convencido en dedicarse “conscientemente a expresar la idea de que esa gente que, bajo la lámpara, come sus patatas con las manos que meten en el plato, ha trabajado también la tierra, y que mi cuadro exalta, pues, manual y el alimento que ellos mismos se han ganando honestamente”

Un ejemplar testimonio resulta la correspondencia que expone las vicisitudes y existencia de un genio, aunque en sus cuadros y dibujos resultaron pocos valorados sus contenidos de vida. Hoy, sarcasmo, especulación del arte por dinero, son obras preciadas de altísima cotización, a lo que se debe sumar el reconocimiento de unos escritos algo más que epistolares, cartas llenas de palpitación y desesperaciones, que muestran una personalidad comprometida con la sociedad de su época y la desesperada lucha de todo. Cartas a las que sumar la biografía del escritor norteamericano Irwign Stone, Pasión por la vida, de ese genio pelirrojo que paso por el séptimo arte interpretado por el múltiple actor Kirk Douglas.