Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

La Marca España

Hay una cosa confusa, sí, sí, una “cosa”, llamada Marca España que aunque la mayoría de los españoles la hemos oído mencionar en la televisión y otros medios, mucho me temo que no sabemos exactamente qué coño es.

Aprovechando un fin de semana, he dedicado algo de tiempo para aclararme.

¿Y de verdad se ha aclarado usted?

Pues no mucho, la verdad, o mejor dicho, he entendido suficientemente de que va el tema aunque no me hago idea de lo que puede haber detrás.

Se trata de una iniciativa del Gobierno cuyo objetivo es mejorar la imagen de nuestro país como si se tratase de una marca de cerveza. Es una especie de montaje propagandístico a gran escala para quedar bien delante de los demás.

A mí esto de la “Marca España” me recuerda algo que pasaba en la Escuela de Arquitectura de Madrid cuando yo era estudiante. Resulta que había una serie de profesores que al parecer no tenían abuela que hablara bien de ellos y estaban todo el día diciendo unos de otros lo buenos arquitectos que eran, ignorando a los que no pertenecieran a ese círculo cerrado. En la Escuela, a ese pequeño grupo le llamábamos la SBM, la Sociedad de Bombos Mutuos: Alberto Campo tocaba el bombo a Antón Capitel, Antón Capitel se lo tocaba a Ruiz Larrea, Ruiz Larrea a Ruiz Cabrero y Ruiz Cabrero a Alberto Campo. Todos quedaban bien, todos eran unos arquitectos cojonudos y a los demás que les dieran por saco. Ese era el ambiente de la SBM.

Con la Marca España pasa algo parecido. Es una cosa etérea en donde todo lo que suponga quedar bien, vale, a base de bombos mutuos; y se trata de aparentar, tanto si lo que se vende es tangible como si es humo, ya que, como dice la propia página web de la Marca España, de lo que se trata es de influir en el cambio de imagen del país.

Sin que quiera sostener que se trata de fines parecidos, esto de la Marca España me recuerda el famoso Ministerio de Propaganda de determinado régimen alemán, un planteamiento grandilocuente en el que se trataba de distorsionar la realidad, exaltando hasta el paroxismo los éxitos y ocultando como inexistentes los errores, esto es, “trabajando la imagen” como una sesentona que lucha denodadamente por mantener tersa la piel del careto en un cuerpo en el que empiezan las goteras.

Siempre me ha parecido equivocado ese desmesurado afán por trabajar la imagen. Siempre he pensado que la imagen debe ir pareja con lo que hay dentro. Desconfío de ese modo de entender España como una “marca”, como si se tratase de una cerveza o un cosmético. De las acepciones de “marca” contenidas en el DRAE parece que han querido tomar aquí la que se expresa como “señal hecha en una persona, animal o cosa para distinguirla de otra o denotar calidad o pertenencia”. Me parece que aquí no se trata de venderle la burra a nadie, y menos en un mundo globalizado donde todo el mundo se entera de lo bueno y de lo malo de todos. España no es una “marca”, es un país como es, y así es conocido. Quienes menos autoridad moral tenemos para decir cómo es España, somos los españoles, que al verlo desde dentro, vemos nuestro país con menos objetividad y perspectiva que quienes nos ven desde fuera.

En cualquier caso, este montaje del Gobierno no es gratis. Esta campaña propagandística de calentarle la cabeza a los extranjeros con la marca de cerveza España, cuesta dinero. Para empezar, al frente de la Marca España han colocado a un tipo a quien han dado el rimbombante cargo de “Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España”. Lo curioso es que no hay ningún “Bajo” Comisionado, como sería lógico, al haber un alto, que me imagino que cobrará algo de dinerillo a final de mes, máxime cuando depende funcionalmente del Presidente del Gobierno y orgánicamente del Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, ostentando rango de Secretario de Estado. Es decir, que cobra de los presupuestos generales del Estado, o sea, de nuestros bolsillos. También tiene gente a sus órdenes que se dedican desde el ministerio a mover el cocotero con el rollo de la Marca España, y que también comen. Además, esto de la publicidad es caro, porque implica mucho diseño y mucha fachada externa.

En una palabra, que esta Sociedad de Bombos Mutuos nos sale cara, y siempre con el alma en vilo de que no nos descubran nuestras vergüenzas, porque si eso sucediese, la propaganda de nuestra marca operaría un mecanismo contrario jugando con la decepción que tendrían de España aquellos que inicialmente hubieran creído en virtudes o potencialidades que en realidad no tenemos.

El problema de este país es que es un país poco serio en todas las facetas, con facilidad para el surgimiento de buenas individualidades, pero pésima capacidad para el trabajo en equipo. Lo que tenemos que hacer es mejorar nuestros hábitos colectivos como país, ocupar a los 6 millones de parados, vencer ese 24% de economía sumergida, salir del último lugar en calidad educativa en el informe PISA, rebajar el billón de euros de deuda pública que tenemos, rebajar el casi medio millón de cargos políticos viviendo de los presupuestos, etc. Cuando todo eso lo hayamos logrado o estemos en vías de lograrlo, entonces podremos vender algo nuestra imagen porque tendremos algo digno de enseñar más que el culo. Mientras tanto, la Marca España no pasa de ser “suspiro de monja, pedo de fraile: aire”.

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