La Lupa

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La Virgen de la Sierra conquista los corazones de Córdoba y sus pueblos

RELIGIÓN. Este fin de semana queda marcado con letras de oro en la historia de la Virgen de la Sierra al ser la primera vez, desde hace ocho siglos, que la Santísima Virgen sale de su ciudad para visitar sus pueblos, aquellos que durante años y años han sido fieles a su devoción, y llegar a Córdoba para la “Regina Mater”.

Devoción manifestada con creces con los miles de devotos que durante la jornada del sábado recibieron a nuestra patrona, como reina y señora de todos los pueblos visitados, siendo Priego el primer destino de la Celestial Viajera donde fue aclamada y vitoreada a su llegada al Paseíllo, recibida allí en un altar realizado por la hermandad de la Aurora, justo debajo del azulejo del patrón San Nicasio en el que se encontraban las reliquias del santo, y representantes de todas las hermandades prieguenses, las autoridades civiles y eclesiales y la banda de música municipal, que entonó en repetidas ocasiones las coplas de la Virgen. La alcaldesa  María Luisa Ceballos, le  daba la bienvenida y dijo “no hay un cortijo en las aldeas de Priego que no tenga un cuadro de la Virgen de la Sierra” manifestando así la devoción a la Santísima Virgen. Tras una breve oración, una lluvia de pétalos, y el saludo de Virgen a todos los ancianos de la residencia de San Juan de Dios, la procesión  recorrió las calles de Priego hasta  la Parroquia de la Asunción, donde fue depositada en el altar mayor, en un impresionante altar montado por las hermandades de la Caridad, la Pollinica y el Mayor Dolor. En el mismo se encontraba uno de los lienzos más antiguos que se conservan de la Virgen de la Sierra. La Eucaristía fue cantada por el coro de “Las Angustias” y presidida por D. Pedro Crespo, concelebrándola con el consiliario de la Real Archicofradía, D. Zacarías Romero, natural de dicha localidad. Tras la misma, la Virgen era deposita en el altar móvil para continuar su peregrinar hasta Luque.

Si emotiva e histórica fue su visita a Priego, Luque desbordó todas las previsiones, ya que cientos de luqueños la esperaban a la entrada impidiendo el paso del precioso altar móvil, preparado por la Archicofradía para la ocasión, vitoreando,  aplaudiendo y pidiendo que la Celestial Viajera fuera bajada para ser portada por los cientos de devotos que allí se agolpaban, para así disfrutar aún más de su presencia, por lo que la Archicofradía solo podía acceder al deseo de los devotos. Los costaleros que ya se encontraban en el lugar previsto para la recepción oficial, fueron reclamados hasta dicho lugar y desde allí fue portada y vitoreada hasta la Glorieta del Convento, donde las autoridades civiles y eclesiásticas la esperaban. Esta circunstancia supuso que aumentara el retraso, que ya se venía teniendo desde Priego, por el fervor de los devotos que la han ido arropando en todo momento. Antes de entrar en la catedral de la subbética, como se conoce la parroquia de la Asunción de Luque, la Virgen llegaba hasta las puertas del ayuntamiento donde la alcaldesa le impuso la medalla de oro de la localidad. La Banda de música de Luque acompañó a la Virgen desde la ermita de la Aurora, hasta su entrada en la parroquia. Una vez concluida la misa la Celestial Viajera volvía a ser depositada en su altar móvil y continuaba su peregrinar.

Zuheros esperaba con gozo la llegada de la Virgen, el calor de media tarde no pudo con el fervor y la devoción de todo un pueblo, engalanado para la ocasión y con una alfombra de serrín con dibujos en referencia a la nuestra patrona por toda la calle Llana. Las lagrimas de muchas personas mayores lo decían todo, “gracias madre mía, creía que no te vería nunca más”, “ya no podía ir a verte y tú has venido”, frases que podían escucharse en todo su recorrido por las calles de la Villa de Zuheros. Con dos horas de retraso la Virgen de la Sierra entraba en la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, ya repleta de devotos que no la dejaron sola ni un momento. En torno a las 5’30 comenzaba el rezo del Santo rosario, a continuación la Eucaristía y, tras la misma, la alcaldesa le imponía la medalla de oro de la ciudad concedida meses atrás por el pleno municipal ante la visita de la Sagrada imagen. La Virgen volvía a las calles de Zuheros descubriendo un azulejo conmemorativo de la visita en un lateral de la propia parroquia y minutos después era depositada de nuevo en su altar móvil. Las lágrimas llenaban de nuevo los ojos de los devotos dejando clara constancia del fervor y devoción que profesan a su “Virgen” como les gusta llamarla.

La última escala del día sería Doña Mencía, donde cientos de personas esperaban su llegada desde dos horas antes en la fuente de la guitarra que por un día su agua era manantial de la fuente del rio. Muchas personas congregadas creían que con el retraso acumulado durante el día, la presencia de la Celestial Viajera sería más rápida de lo previsto y se intuía su enfado, que desapareció en el momento de la llegada de la Virgen y poder llevarla sobre sus propios hombros por las calles, con mimo, no queriendo llegar a la parroquia de San Bartolomé para así permanecer más tiempo con ella. Las palmeras de la Plaza de Andalucía hacían pensar que la Virgen bajaba la calle Mayor de Cabra, ya que la multitud que la arropaba nos hacía pensar que se encontraba en nuestra ciudad. Una lluvia de pétalos la recibía a su llegada a la plaza y, una vez más, como un cuatro de septiembre los hermanos Egea cantaban unas sevillanas a la Virgen haciendo alusión a tan histórico día en el vecino pueblo. Con una iglesia repleta de devotos se celebró la eucaristía que terminaba como en los demás pueblos con las palabras emocionadas de Antonio Cano, hermano mayor de la archicofradía, quien comentaba “que la Virgen se iba, pero que un trocito de Ella quedaría ya para siempre en el pueblo”, puesto que en cada parroquia se dejaba un relicario con un trocito de la Santísima Virgen procedente de la restauración del año 1978. Al igual que en todos los sitios visitados, la Virgen era despedida entre vítores, aplausos y lagrimas de los mencianos que durante unas horas han podido disfrutar de la presencia de la Celestial Viajera.

La jornada terminaba en torno a las 1’30 de la madrugada cuando la Virgen entraba en el convento egabrense de las Madres Agustinas, donde cientos de personas la aguardaban desde horas antes, completando así una jornada cargada de fe hacia la Virgen de la Sierra.

Pero la jornada del día 20 sería sólo un anticipo de lo que aún quedaba por vivir. El domingo comenzaba con la misa en el convento agustino a las 8 de la mañana y minutos después de las 9 la Virgen partía con destino a Córdoba para participar en la Magna Mariana del día 27, haciendo parada en dos pueblos más antes de su llegada a la capital a las 4 de la tarde.

Primera parada Nueva Carteya. El oratorio de la Virgen de las Angustias era el lugar para la recepción de la Virgen y, como en todos los demás pueblos, párroco, autoridades y hermandades esperaban la llegada, para desde allí iniciar la procesión por las calles hasta llegar a la parroquia de San Pedro, haciendo parada ante numerosos altares donde las hermandades hacían entrega a la Virgen de la medalla de su hermandad. Los vítores incesantes, y las miradas a Ella, lo decían todo en este peregrinar por los pueblos donde su devoción ancestral se ha podido comprobar con creces. Su hermandad filial la acompañó en todo momento, y el altar mayor de la parroquia estaba presidido por su patrona, la Virgen del Rosario, la imagen de la Virgen de la filial y nuestra patrona.

Pero la jornada nos daría mucho más momentos inolvidables. Espejo la esperaba ansioso, llegando minutos antes de la una del mediodía e iniciando la subida hasta la parroquia de San Bartolomé por las empinadas cuestas donde el “aire” se escuchaba para así dar avance a los costaleros. Una parada en la puerta del consistorio donde esperaba el alcalde y miembros de la corporación quienes le hacían entrega de un ramo de flores, uniéndose a la comitiva hasta llegar a la parroquia. Antes una parada en el mirador donde la Virgen se volvió dirigiendo su mirada a su santuario, bendiciendo todos los campos y pueblos de la campiña y subbética. La eucaristía y posterior bajada, ya que para el altar móvil era imposible acceder a las inmediaciones de la parroquia, ponían fin a la presencia de la Virgen en Espejo, poniendo rumbo a la ciudad califal.

A las cuatro de la tarde más de un centenar de personas esperan a la comitiva en la Iglesia del Espíritu Santo en el Campo de la Verdad, y la Virgen entraba en el templo donde horas antes lo había hecho la Virgen de los Remedios de Aguilar de la Frontera.

Pero aún quedaba mucho por vivir. A las ocho de la tarde el tambor y la bandera ponía el inicio de una tarde-noche histórica para toda la ciudad de Córdoba. Las hermandades y cofradías de pasión y gloria de nuestra ciudad, representantes de la agrupación, gremios, romerías, cofradías de Córdoba, la agrupación de dicha ciudad y como no, el tambor y la bandera componían el inicio de la procesión que llevaría a nuestra patrona a la iglesia de la Trinidad. Momentos imborrables los vividos durante tan magno acontecimiento, la Virgen ya en sus andas de traslado y con el manto rojo hacia su salida entre los aplausos y vítores de cientos y cientos de egabrenses y cordobeses que acompañaron a la Celestial Viajera en su recorrido por la ciudad. Momentos después miles de personas hacían que la comitiva apenas pudiera avanzar por el Puente Romano, y la llegada a las inmediaciones de la Catedral será algo que difícilmente se pueda borrar de la memoria de todos aquellos fieles que pudieron presenciar la entrada esplendorosa bajo el Arco del Triunfo, donde la Banda de la Esperanza de la capital, que acompañó a la Virgen, tocaba las coplas que repitieron en más de una ocasión y eran cantadas una y otra vez. Muchos cordobeses daban fe de que nunca antes habían visto la Plaza del Triunfo con tan magnitud de gente presenciando la procesión de una imagen, ya que unas diez mil personas estuvieron acompañando el recorrido de la Virgen. Toda una muestra del fervor mariano viéndose que las calles de la judería eran todo un río humano de devotos vitoreando a la más bella Perla, a la Madre de todos los egabrenses y, ahora más que nunca, de todos los pueblos que la han aclamado como Reina y Señora. “Aire, aire” se repetía una y otra vez para que la Virgen pudiera avanzar por las calles del barrio de la Trinidad, que ya anunciaba su llegaba con un repique de campanas continuo. Casi una hora más tarde de lo previsto, la Virgen de la Sierra entraba en la parroquia de la Trinidad donde residirá durante una semana y desde donde saldrá el sábado día 27 para participar en la procesión magna, que hará que 25 vírgenes coronadas de la capital y provincia se den cita en el mayor templo de la diócesis, la antigua Mezquita, hoy Catedral de Córdoba.

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