La Lupa

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El cumpleaños de un coro de Cabra

REPORTAJE. Aulas, plazas, monumentos, ayuntamientos, iglesias… son varios los lugares por toda España donde han sonado las voces de los alumnos del IES Dionisio Alcalá Galiano de Cabra. Este centro cuenta con un coro escolar dirigido por Mónica Jiménez y acompañado con el piano de Alicia Granados, dos profesoras de este instituto que han dedicado recreos, tardes e incluso noches a que niños y niñas entre 12 y 16 años aprendan a cantar. Cada año ha sido distinto; nuevos encuentros, ciudades, teatros, musicales, concursos… pero este, si cabe, es aún más especial: el coro DAG cumple diez años.

El pasado sábado 28 de mayo quedó marcado para la historia del coro con un concierto en el Teatro el Jardinito de Cabra, un escenario que ha pisado en muchos otros momentos, no obstante, en esta fecha fue de una forma muy distinta. Todos los alumnos que han formado parte de este proyecto estaban invitados a participar en un concierto que celebraba los años que el Coro DAG lleva cantando. Varias canciones, que ensayaron a lo largo del mes de mayo, fueron disfrutadas por familiares, amigos y profesores que quisieron acompañar en esta celebración. Un concierto lleno de emociones, no solo por la capacidad de la música para despertar nuestra parte más emotiva, sino por todas las vivencias que hay detrás. Así lo demostraron los alumnos con un detalle floral a sus profesoras y Margarita, directora del Bilingual Choir I.E.S. Cañada de las Eras de Molina de Segura (Murcia), como representante desde su centro para felicitar al coro egabrense.

 

La historia del coro

Mónica Jiménez decidió comenzar esta actividad en el instituto ante la situación de desánimo que se encontró al llegar entre los años 2005 y 2006. «Los estudiantes manifestaban abiertamente lo mucho que les desagradaba estar allí. Yo había disfrutado mucho de mi etapa escolar y reflexionando a cerca de porqué yo era feliz en mi colegio y mis alumnos no, llegué a la conclusión de que mis mejores recuerdos están ligados al teatro. Yo hacía teatro en mi colegio. A partir de esta idea, decidí organizar una actividad que creara esas mismas vivencias positivas» - cuenta Mónica en una entrevista.

El primer concierto del coro DAG fue en el aula de música del centro educativo Dionisio Alcalá Galiano, mismo espacio donde se formó y siguen realizando los ensayos. «Comenzamos con once chicas y chicos. Dimos nuestro primer “concierto” con un teclado que nos prestaron en la escuela de música de La Rambla. Realmente más que como un comienzo difícil yo lo calificaría de laborioso». A partir de entonces, el coro ha ido evolucionando y, además de su participación en actos locales, han actuado en varias capitales andaluzas como fuera de la comunidad: Murcia, Navarra, Madrid y Valladolid han sido puntos de encuentro con otros coros. El programa Un coro en el aula, que comenzó en 2009, ha sido uno de los motores para seguir trabajando y una de las experiencias que más disfrutan los cantores. Esto lo demuestra la buena relación que el coro egabrense mantiene con el de Murcia anteriormente mencionado pues, a pesar haber sido recortado este programa, han conseguido realizar nuevos conciertos y seguir pensando en futuros proyectos.

Una de las cosas que más ha sorprendido a la directora ha sido como el coro mejora cada año. «Al principio pensaba que el nivel del coro sería parecido todos los cursos, porque el nivel de experiencia de los cantantes iba a ser siempre el mismo (los alumnos mayores acaban sus estudios y cada curso entran nuevos chicos sin experiencia). Una de las cosas mágicas que tiene el coro es que es un lugar de aprendizaje cooperativo. Los niños nuevos aprenden rápidamente de los mayores por imitación y en pocas semanas pueden cantar el mismo repertorio». El camino de este coro no solo se define por sus actuaciones pues cuenta con un gran repertorio en distintos idiomas, un disco que fue grabado en su quinto aniversario y premios en el Concurso Cantalenguas.

Después de todos los pasos conseguidos, un encuentro con todos los alumnos que han formado parte del coro fue mágico y así lo describía Estefanía Arroyo, antigua integrante: «Nervios, ganas, emoción y felicidad son las sensaciones al subir de nuevo al escenario con mi coro cuatro años después. He sentido un cosquilleo y la piel de gallina desde la primera a la última canción». Los mismos sentimientos podían apreciarse en la cara de cualquier persona que ha sido o es parte de este hermoso proyecto, sin olvidar, las risas que producían las fotografías de la exposición que se encontraba en el vestíbulo del Jardinito repasando la década del grupo coral. 

 

El futuro…

El coro DAG tiene en cuenta que lo importante es el resultado final, el del trabajo en equipo. En este proyecto todos suman: alumnos, profesores, padres, instituciones… pues sin la colaboración de todos, lo vivido en diez años hubiese sido imposible. Desgraciadamente, el futuro del coro es incierto pues la nueva ley educativa impone la asignatura de Música como optativa. «Los alumnos dejarán de tener contacto con la asignatura por lo que será imposible que se interesen por cantar en un coro. Es muy triste pensar que el trabajo de tantos años va a desaparecer, pero es más triste aún saber que habrá muchos alumnos que no van a poder tener la experiencia de ponerse delante de un público por primera vez, emocionarse, disfrutar del aplauso del público, sentirse especiales porque hacen algo único. Hay que cambiar la idea de que si los alumnos tienen más horas de clase de matemáticas o lengua, van a aprender más sobre estas materias. Hay que empezar a pensar que los alumnos lo que realmente necesitan es aprender lengua y matemáticas pero a través de caminos diversos. Uno de esos caminos está, sin duda, en el arte». Sirva esta historia como recordatorio del poder de cualquier manifestación artística y de nuestra capacidad creativa, la más distintiva del ser humano y que, últimamente, está siendo desdeñada.